Una isla conmocionada: El Paso y el miedo que nunca habíamos sentido
La noticia de un presunto intento de secuestro en El Paso ha sacudido a toda la isla de La Palma. Lo que hasta hace unos días parecía impensable en nuestra tierra —una isla tranquila, donde todos nos conocemos y los niños crecen en libertad— ha despertado una preocupación colectiva que se respira en cada conversación, en cada grupo de WhatsApp y en cada mirada de madre o padre cuando ve salir a su hijo del colegio.
Según la denuncia presentada por la madre de dos menores de 11 y 8 años, un individuo en un furgón blanco se habría acercado a los niños cuando regresaban del colegio y les ofreció llevarlos a casa a cambio de caramelos. Por suerte, los pequeños actuaron con valentía: corrieron hasta su hogar y avisaron a su madre, evitando un desenlace que preferimos ni imaginar. La Guardia Civil investiga el caso y, por ahora, se pide prudencia mientras se esclarecen los hechos.
Un golpe a nuestra confianza como comunidad
En La Palma nunca habíamos vivido algo así. Aquí los niños van y vienen del colegio solos, juegan en las plazas, en los parques o en las calles del barrio sin que nadie los vigile de cerca. Crecimos confiando en que esta isla era un refugio seguro, un lugar donde la inocencia podía conservarse un poco más que en otros rincones del mundo. Por eso este suceso duele tanto: porque ha roto una parte de esa confianza que nos definía como comunidad.
Es cierto que, con el tiempo, se han conocido casos graves de delitos hacia menores, pero de forma oculta, revelada tras largas investigaciones. Lo de ahora es distinto. Es visible, inmediato, y nos obliga a mirar de frente una realidad que creíamos ajena. La inquietud es tal que muchos temen que la tranquilidad de la isla pueda verse amenazada, incluso que La Palma llegue a convertirse en un lugar atractivo para este tipo de criminales que buscan entornos pequeños y confiados.
Más que miedo: unión y prevención
Pero si algo caracteriza al pueblo palmero es su capacidad de reaccionar unido. No se trata de vivir con miedo, sino de aprender, de reforzar la educación y la comunicación con nuestros hijos. De hablarles sin asustarlos, de enseñarles a reconocer señales de peligro, y de seguir confiando —aunque con más conciencia— en la fuerza de nuestra comunidad.
La Guardia Civil mantiene abierta la investigación y ha pedido a la población calma y responsabilidad. Evitemos difundir rumores o suposiciones: el miedo solo crece con la desinformación. La verdadera protección nace de la colaboración, la empatía y el compromiso mutuo.
Hoy, más que nunca, La Palma se mira a sí misma. Con el corazón encogido, sí, pero también con la certeza de que, juntos, sabremos cuidar de lo más valioso que tenemos: nuestros niños y la paz que siempre ha definido nuestra isla.
Vera Piedra, una voz libre desde La Palma

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